sábado, 5 de enero de 2013

Año cero


Mi moto verde

Corría el 30 de agosto de 2011 y yo me acerqué a una autoescuela en Guadalajara. Había decidido por fin cumplir uno de mis sueños, sacarme el carnet de moto y comprarme una. Nunca había tenido moto y nunca había conducido ninguna, así que era todo empezar de cero. Me llevó cuatro meses obtener mi carnet y 1.600 euros pero al final, un 16 de diciembre de 2011 pude conseguirlo, después de tres exámenes, el teórico a la primera, el circuito a la tercera y la circulación a la primera. El proceso se alargó un poco por tema de horarios y climatología y fué también bastante dinero, pero ahora tengo que decir que mejor así. Es necesario conseguir algo de práctica con la moto antes de salir con una a la calle. Estoy agradecido a mi profesor, Gaspar, por la paciencia que tuvo conmigo.
Bien, una vez dado el primer paso y con mi licencia legal para conducir cacharros motorizados de dos ruedas en el bolsillo, viene el segundo paso, comprar una.
Y la primera pregunta es ¿qué tipo de moto? Existen motos para todo tipo de potenciales clientes, así que tuve que definir que tipo de cliente era yo, o dicho de otra manera, cual era mi sueño. La respuesta la tuve clara, mi moto debe ser capaz de llevarme al rio Tajo y poder ver sabinas de vez en cuando. Para ir al Tajo, yo debo hacer unos 200 km de carretera y unos 10 km de pista. Por tanto, necesito una moto básicamente de carretera pero que a la vez permita circular por pistas ocasionalmente. Existe un tipo de moto para eso, se llama trail. Además, acoplándole unas maletas, este tipo de moto me permite cumplir mi otro sueño, viajar. Es perfecta, pues.
A la hora de comprar la moto, interviene también dos tipos de personas, los amigos y los expertos. Claro, yo no tengo ni idea, por tanto debo consultar a personas que si saben de motos. Estos son los expertos. Saben mucho mas que tu, por tanto hay que escucharles y aprender de ellos, pero uno no debe olvidar que al final, tu moto es tuya y tu vas a ir en ella, para sufrirla o disfrutarla, y no nadie mas, así que lo que yo he aprendido es, toma tus propias decisiones.
Os cuento mi caso. El mismo día que aprobé el carnet, fui con mi amigo Felipe, experto motero de toda la vida, a un taller de un amigo suyo a preguntar por motos de segunda mano. Tenían una Yamaha XTX y aunque no era la moto que yo quería, esta es una supermotard y yo quería una de trail, me dijeron que era muy nueva, pocos km, buen precio... y que tenía que ser esa moto, vamos. Afortunadamente, la mala cabeza del mecánico al final me sirvió de algo. El mecánico me dijo, mañana te llamo, pero no llamó así que fui al taller, mañana te llamo me dijo otra vez, y tampoco llamó y todavía no me ha llamado. Pero sucedió que en una de esas visitas al taller del "mañana mañana" según salía de allí con la consabida respuesta de "mañana te llamo" entraba una Honda Transalp antigua de color verde. Y niño, que bien sonaba esa moto, el motor hacía chof chof como un reloj suizo. Aquello fué amor a primera vista.
A la noche, me puse a investigar por internet acerca de esas motos. Me enteré de que estaban hechas en Japón, como se hacían antes las cosas, bien hechas, para durar, resistentes, de fácil mantenimiento y fáciles de reparar. Y apareció por el chat mi amiga Carolina de Colombia. Le hablé de la moto y me dijo que ella había soñado con una moto verde. ¿ah si? pues me parece que entonces está claro. Tiene que ser una transalp verde.
Había tres en venta por internet y al final me decidí por una que estaba en un pueblo que Lérida que se llama Balaguer. Hice el trato por teléfono y me fuí a por ella.
La ida fue muy civilizada, viajé en AVE por primera vez en mi vida, ese cacharro se pone a 300 km/h y ni te enteras. La vuelta fue algo mas salvaje, ahora os la cuento, porque primero vamos a conocer Balaguer.
Balaguer es interesante. Tiene historia, una parte antigua bonita, mucha niebla y sobre todo una gente muy especial ¿será la niebla? Allí conocí a Quim, el dueño de la moto que iba a comprar, a sus amigos Joan y Xisco, que se desvivieron por ayudar y hacerme la estancia agradable. A Rosa de la asesoría, cuyo marido es zahorí y hace pozos de agua con unos de Guadalajara. A Carlos que transforma Yamahas deportivas en choppers irreconocibles con asiento de piel de leopardo y a su hermano Miguel... ¡ah! y el bar Taberri, donde te ponen unos huevos rotos con chistorra que te mueres (hay que pedir la ración entera). Fue muy agradable.
Bien, pues ya tenía mi Honda Transalp 600 V verde del año 92. La moto estaba muy bien. El problema era que esa moto me resultaba muy grande. Yo, la única moto que había llevado en mi vida era la 250 de la autoescuela y esta es una moto de verdad. Como no me veia muy seguro con ella, el Quim, el Joan y el Xisco se ofrecieron a llevar la moto en un carro con el coche hasta el peaje de la autopista y allí me dejaban para que hiciera todo autopista que es mas fácil hasta casa. Además me dieron multitud de consejos.
Pues hala, ya tenía moto y carretera alante. Pero... ¿donde he dejado los guantes? me los había olvidado en Balaguer, será posible... me compré unos guantes de plástico de trabajo en la gasolinera y gracias a los puños calefactables eso no fué un gran problema. El problema fué la niebla hasta Zaragoza, se me empañaba el casco, se me mojaba por fuera y no veia un pimiento. Por fin en Zaragoza terminó la niebla... y empezó el viento, un viento racheado bastante cabrón. Ya en Guadalajara el viento se hizo constante y fué mucho mas fácil conducir la moto. Y en fin, después de 400 km invernales, llegué a casa. Buen estreno me hice. Eso si, la moto, una campeona.
Y llegó el último escollo, meter la moto en casa. Hay que subir un peldaño de escalera con ella y se me fué al suelo. Así que estrené la moto al final de la aventura. Con ayuda de mi vecino, que tiene una Yamaha Virago 1100 y con el que espero hacer algunos km, la levantamos y la metimos en casa y fin de la aventura.
Aquí os pongo unas fotos.



Joan, Quim y Xisco



Quim haciendo la entrega protocolaria de las llaves de la moto a su nuevo dueño, con Joan de testigo.

Quim, Xisco y yo.

Ya tengo moto. ¿a que mola?

Y la moto llegó a Cogolludo.

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